sábado, 15 de marzo de 2014

Rojo menstruación.

A riesgo de serles sincera os diré que no es agradable, que no es fácil, que a veces es insoportable, hasta el límite de desistir en un mar de sangre negra. 

Os diré que duele, tantísimo que no sabes hacía qué lugar expulsarlo, que vomitas palabras, lágrimas, dolores, pensamientos, tristezas, alergias, vicios, retornos, neurosis, vísceras, recuerdos, olvidos... Los vomitas hacía dentro y hacía afuera. 

No, no es nada fácil explotar. Nada fácil hacerlo una y otra vez, sin remedio, sin cura, sin salvación, sin abrazo, sin consuelo, sin alivio, sin alegría, sin fuerza, sin gana, sin alas... Explotas y esparces pedacitos por las paredes de donde quiera que estés, pedazos de mierda o lo que queráis llamarle.

Y os diré más, tampoco es fácil cuando todo esta a la contra y solo te salva una mínima parte del entorno. Una mitad yo, otra mitad no yo, hasta un extremo inalcanzable, inexpresable, incalculable. 

Podrán darse palmadas en el pecho, en los hombros, en las nalgas, en los brazos, en la cara diciendo que hubo a quien nunca oí, pero...¿me oyeron acaso a mí?, y miraron con extrañeza mi piel y mis labios y me imaginaron y me desearon y hasta puede que creyesen que me amaron sin llegar a conocer ni una mínima parte de mi anhelo y padecer. Castigando y no aliviando un alma que lucha por saber continuamente donde está el mal, donde está el bien, cuales son esos valores en los que acorde debemos de creer. ¿Quién deseaba agarrarme sin que yo nada pudiera hacer?, ¿Un enamorado o un desesperado?, ¿La esperanza o la costumbre?, ¿Un conocido o un desconocido? 

Rencores, esas son los ilusos que creen que tuvieron pasiones, quien retuerce su dolor y agonía, que fue mi agonía y dolor, y los exprime hasta el odio y las autocomplacientes palabras de alivio para sí mismos, en las que siempre hay un bueno y un malo en una historia supuestamente de ambos. ¿De ambos?, ¿o de dos solitarios, que llegaron a ser aún más solitarios?, ¿o del reproche constante?

No, no estábamos jodidos, estábamos jodiendonos y la fuerte, le pese a quien le pese, no fue el fuerte, y la débil, le cueste a quien le cueste, no fue el débil. 

Dolor, yo te chillaba dolor, tú me estampabas el dolor a la cara y me hundías como ahora, ahora que también me hundo yo, pero yo no me avergüenzo de ti, como tú lo haces de mi, y el sentimiento que un día dijiste tener, ahí, ahí, ahí chilla lo que realmente pudo ser. Rencor, el día que te muerdas el propio rencor serás más libre y amaras, no de una forma enfermiza y bipolar, sino con el corazón lleno de misterio; tú jamás verás en mi nada, pues no lo pretendo, pero ahora eres más libre de ti mismo y yo, yo más libre de los dos. 

Hay quien cree saber cuidar amapolas y no sabe que ellas crecen solas. 
Hay quien cree saber cuidar jaramagos y no sabe que ellos crecen sólo en verano.