martes, 28 de julio de 2015

Sofía tinkerbella


Jennifer Read / Natural Resources Canada

Hay un mundo más oscuro y miserable que el que atormenta a Sofía mientras está tumbada en el pasillo de su nuevo piso mirando al techo. Ella siempre supo que ese mundo estaba ahí, detrás, delante y por todos los lados a los que mirase, pero ahora ese mundo empieza a invadirla por dentro también. 

El ala rota y retorcida, que se ha sujetado durante años, está tímidamente buscando abrirse, busca expandirse y ella está acojonada, no huele a mierda porque el hedor esta demasiado profundo como para que pueda olerse, está demasiado inserto en ese propio mundo interior que habita. -Pero eso es lo de menos, todos tienen un olor a podredumbre que los invade en algún que otro momento, no creo que exista lo contrario, sin embargo, este que es su propio hedor, solo le pertenece a ella.-

Sí, está tumbada, mirando al techo, creo que lleva unas siete semanas en esa misma postura, no se mueve, se ha vuelto tinkerbella nana. Un extraño insecto de esos que misteriosamente ivernan en pleno mes de agosto. Nadie la advierte, sus pensamientos son incluso más minúsculos que su propio cuerpo, pero la potencia interior de estos hace que se proyecte una luz crepuscular por las paredes del estrecho y largo pasillo que se ha convertido en su lecho durante estas livianas semanas. 

No hay sangre, tampoco cerveza, ni sexo, ni tabaco. La comida empezó a escasear hace tiempo, solo cae una gota de agua del filo de una fotografía enmarcada de Diane Arbus. La gota cae directa a su párpado izquierdo creando un pequeño hilo hasta la comisura de sus labios, eso la mantiene fresca. 

Piensa en el dinero, está pensando en el dinero, y está sintiendo una gran repugnancia que acelera aún más su corazón; piensa en como esta extraña especie a la que pertenece puede llegar a necesitar y sentir anhelo por ese trozo de papel sin estilo artístico alguno; un trozo de papel que huele a óxido y a sudor, que alberga más microbios que cualquier otro papel que pueda imaginar. Piensa en la guerra y en el hambre, en los hombres gordos de dinero, babosos de dinero, vacíos de tanto dinero, vacíos de tan poco dinero, esclavos del dinero... Tarde o temprano esto llegaría, ella ya lo sabía, pero también sabe que tinkerbella nana aunque no se vea existe y eso es mucho más importante para ella. 


Sofía acaba de cerrar los ojos y ha tragado saliva, puedo ver como se levanta cojeando. Me mira directamente a los ojos, es la primera vez que me sucede algo así, la miro tímidamente. No se quien sonríe primero, pero sonreímos. Se va a la terraza. Abro la puerta, bajo las escaleras rápidamente, necesito salir a la calle a respirar aire fresco. Miro al cielo y me quedo cegada por el sol, la visión se me nubla y se ve todo borroso... tinkerbella nana aunque no se vea existe y yo me pregunto, ¿quién será capaz de saber que existe a pesar de que no puede verse?.