lunes, 28 de septiembre de 2015

Prosaica y metódica.

JP Morrison Lans

Yo no puedo hablarte de eso. Así de sencillo. Sé que alguien me mira al otro lado de este cuerpo, pero no pienso darle voz alguna, demasiado juicio le he otorgado ya para encontrarme en esta maldita encrucijada que no sé a qué ninguna parte me llevará esta vez. 

Me acaba de preguntar, sin cigarrillo en la boca y con una extraña inseguridad miedosa, que qué opino yo al respecto. Opino muchas cosas pero yo no puedo hablarte de ellas, quizás hay sensaciones en mi cuerpo lo bastante contradictorias como para saber que es mejor enmudecer, mirar con los ojos grandes, lanzar una leve sonrisa triste, y decir algo banal que no tenga mucho sentido o que parezca tener el sentido justo. Así me he enfundando en mi propia piel esta vez. Hay sentimientos que es mejor dejar encerrados para que no crezcan más porque sabes que si crecen más todo volverá a acabar en desastre espantoso. Siempre ha sido así, esta vez no iba a ser menos -me digo-.

Ahora me preocupo por cosas prosaicas y metódicas. Quizás hay una parte camaleónica que me conduce a la táctica de mi oponente o quizás son escusas sin precio para justificar esta desidia permanente. Tengo que reconocer que me he estremecido, pero he fingido no sentir absolutamente nada, hacer como que el sol es el mismo que ayer y que las preguntas no me importan un bledo estrecho y siniestro. Es mentira, claro está, aunque la parte de cierto que hay en todo esto es que no quiero permitir que me preocupen más de lo que le preocupan al que pregunta. ¡Y qué sabré yo de lo que le preocupan al que pregunta! Ya estamos -eso me lo digo para no pensar en esta escena más allá de la escena misma-.

Yo no puedo hablarte de eso. No es sencillo. Es algo complicado que lleva consigo un proceso de represión sin precedentes. Quién me mira del otro lado de este cuerpo no sólo mira, está chillando, ¿pero qué voy a hacerle yo?, yo no puedo chillar con ella todo el tiempo, ni darle crédito a cada paso, tenemos que convivir conjuntamente y ahora estoy yo en esta parte de la escena y he de sentirlo mucho, pero ha de ser así. Ya os he dicho que sucedería si dejo que ella tome las riendas. He de admitir que a veces lleva una razón que me saca de quicio, dice "sabemos ambas lo que no estás diciendo pero estás pensando, sabemos ambas que lo que estas pensando sucede, sin tener que recurrir a demostración empírica in situ, al cabo del tiempo la demostración vendrá por sí sola", ¿Qué voy a hacerle?, En fin, no es esto lo que quería contar -si es que lo estoy contando- o expresar -si es que lo llego a expresar-.

No es sencillo, los aforismo constantes que rondan por los tablones de las redes sociales dicen: "Lo que merece la pena conlleva su esfuerzo", "Lo sencillo no es lo más gratificante", "Todo esfuerzo trae consigo su recompensa", y cosas por el estilo, la verdad es que estoy empezando a creer menos todo tipo de aforismos que no salga de mí misma, lo siento, somos demasiado complejos como para que toda sentencia dicha o escrita case con nosotros, y vengo de una familia de cabezones: "ojos que no ven no se lo creen" -aunque esto no es cierto al cien por cien-, porque claro, la vida no es un potencial de acción constanten, no es un todo o un nada. Aforismos, voy a sentarme a escribir un libro de aforismos que se contradigan los unos a los otros, que den vueltas y esquinazos, que se enreden en sí mismos, que se manoseen, que se metan mano, que hagan orgías, que se peleen y echen el polvo reconciliador de los amantes, que no se miren, que no se hable, que se escupan desde la otra página y que luego se amasen y se empalmen y se mojen y se gocen.

No, no es sencillo, ahora me distraigo con cosas prosaicas y metódicas, para no ponerme a llorar y leer en cada gota y recordar a cada instante y sumergirme a cada rato y anquilosarme de tanto en tanto y cuestionarme paso a paso y empequeñecer de golpe en golpe y evaporarme de este lado y recostarme según qué cosa y bloquearme hacía una esquina y maldecirme contra natura y suicidarme tras toda dicha y...