domingo, 19 de enero de 2014

Un puñal.



Hay un puñal en el pecho
del que tengo que construir
un cielo azul y un verde mar. 

Naces, sin bombas a tu alrededor
sólo con los pilares destruidos
de corazones que no han sabido
mirar el miedo a los ojos. 

Así aprendes a agarrar el puñal y
dibujar flores,
flores que escasas veces
te han enseñado a dibujar. 

Andas, andas por bosques
dejándote llevar por los latidos
que llenan tus venas de sangre.
Y esos son tu guía. Miras el llanto y
lo absorbes con delicadeza para amarlo,
para amar lo que hay a tu alrededor
que nadie nunca dice y que se pega a tu piel. 

Pero el puñal sigue ahí,
y hay que dibujar y colorear,
y tienes que cantarle y bailarle.
Y le cantas y le bailes. 

A veces se mueve el puñal, y lo sientes con más fuerza. 
A veces quieres sacarlo pero está tan dentro. 
A veces sientes que jamás saldrá de ahí.

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