martes, 4 de noviembre de 2014

Estallido.

Daniel Pitin



Dos crujidos.

El parque,
              ya,
está vacío.

Un cuerpo
baja la cuesta,
pasos desenfrenados,
ceño fruncido.

Los brazos empiezan
a moverse enloquecidos,
los hombros giran,
el cuello da espasmos.

El pecho se desliza
por el asfalto salvajemente.
La yema de los dedos
se resbala por las paredes.

La hora viene.
La hora llega.

Fantasmas opuestos
cruzan la acera,
el espectro
prepara el estallido.

Para secamente,
atrás, empuja hacía atrás;
desata, escupe, corre,
se acerca, sin saber.

Grita hacía afuera,
Grita hacía dentro.

Espalda en tensión,
glúteos agitándose,
puños apretados,
saliva por la barbilla.

Espectáculo.
Función.

Estallido
hacía fuera,
hacía dentro. 

Dos crujidos.

La mano se desliza
por las escaleras,
la baba cae al suelo,
la piel se eriza.

Un charco alrededor,
un desierto justo enfrente,
a ambos lados el viento,
atrás el frío.




¿Cómo lo has conseguido?

Permanecer en el aire
                     suspendido
durante una eternidad.
Luego sentirte
                     en un ligero crujido.

¿Cómo lo has conseguido?








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