lunes, 30 de diciembre de 2013

Hay un lugar...


Hay un lugar en la profundidad de la noche, 
o del día, o de éstas sábanas, 
que te soslaya el costado 
y te atraviesa el pulmón.

Incrustado en las costillas, 
pegado en cada artería 
inhalando un humo contaminado 
posandolo en la garganta.

Hay un lugar que mata la alegría, 
que aviva la tristeza, 
que pisa la esperanza 
y te muestra la miseria.

Golpea la carne joven 
y la vuelve vieja, 
te hinca con cristales 
todas y cada una de tus penas.

Hay un lugar que vuelve lejano lo cercano 
y te roba la vista 
para que no agarres 
el hilo de lo que te sujeta.

Podrido entre polvo y sangre, 
entre llanto y saliva, 
corrompe la belleza 
y la muestra esquelética.

Hay un lugar en lo más hondo de cada alma 
que te quiere débil 
que te desea sin fuerzas, 
que te arrastra al desastre, a la muerte lenta.

Te retuerce las entrañas, 
te agujerea entre las piernas, 
te estira de los tendones, 
te pellizca las venas.

Pum...

Pum...

Pum...


Pum pum pum pum pum pum pum


Respira.


Respira.

Hay un lugar de fuego que quema.
Hay un lugar de hielo que congela.


Un césped que te libera.

Que te libera.

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