Sergio López |
Has tiritado en el reflejo,
tu crujido ya no es sordo.
La marca de uñas en la piel,
los pelos encimas de las sábanas,
la sal ahogada en la garganta.
Hueles tus dedos ensalivados;
en el estómago la tela de araña
enredada
hace sonar un rugido crepitante.
No importa cuán endulzas la arena,
del mismo modo vas a tener
que pisarla,
el eco de tus pasos te hará concebirte.
Tu crujido ya no es sordo,
enderezas la mirada.
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